La efectividad de la gestión directiva está dada por la capacidad para dominar y mejorar la rentabilidad del negocio. Para tomar decisiones orientadas a la rentabilidad es necesario conocer los indicadores claves que describen el rendimiento de las distintas áreas.
Para alcanzar una mejora significativa en la productividad hay que determinar primero en qué concentrarse y en qué no. Esto no suele ser obvio, sobre todo a los ojos de quien está al frente del negocio día a día y está corriendo atrás de solucionar problemas.
Una vez identificado los puntos críticos de mejora, nos ponemos a trabajar hasta conseguir que se hagan realidad. Involucrando al personal de la empresa a cargo de los procesos que se buscan eficientizar y poniendo en práctica un programa secuencial de mejoras los resultados no tardan en aparecer.
Las oportunidades de mejora suelen concentrarse en: pedidos de venta incumplidos o con entregas tardías, costos ocultos, tareas innecesarias, costeo de productos mal calculados, desperdicios excesivos, procedimientos duplicados o inexistentes, fallas de calidad desproporcionadas, retrabajos desmedidos, tiempos de fabricación excesivos, quiebres en el abastecimiento, faltantes de productos.
Cuando una empresa crece más allá de cierto tamaño suele necesitar profesionalizar la gestión. Esto significa que, para mantener el ritmo de crecimiento, es necesario dar un salto cualitativo en el desempeño de la gente clave. Una de las formas en que se licúa la rentabilidad de la empresa suele ser por falta de alineamiento. A medida que la empresa va creciendo y se incorporan empleados, productos, servicios, procesos, puntos de venta, la relación entre el costo y el beneficio se va haciendo más difusa, llegando a perderse de vista los objetivos por los cuales se incorporaron.
En este escenario, es común que los distintos sectores de la empresa no estén trabajando en línea entre sí, en forma articulada, es decir, que trabajen como si estuvieran en compartimentos estancos, sin considerar que una mejora del rendimiento de un sector tiene sentido si y sólo si la Empresa en su conjunto consigue un mejor rendimiento.
Ayudamos a realinear los objetivos entre sectores, traduciendo a términos operativos concretos dichos objetivos, hacemos evidente para las personas involucradas las relaciones de causa y efecto que se producen en las decisiones y acciones que se toman y mantenemos enfocadas permanentemente a las personas en todo este proceso.
Los resultados de un proceso de realineamiento mejoran la rentabilidad de la Empresa.
El asesoramiento brinda una metodología de estructuración por funciones que, respetando el organigrama actual de la empresa, permite recuperar el costo-beneficio de las distintas funciones del negocio, aumentar la motivación de la gente y acceder a un mayor tamaño con agilidad y eficiencia. Los empresarios pymes intuyen que en cierto momento las limitaciones están relacionadas con el propio mecanismo de delegación. A partir de cierto tamaño de la empresa, la forma de manejar su tiempo, la forma de “bajar línea” a su gente, la forma de estructurar las tareas, asignar responsabilidades y la rendición de cuentas deben ser las adecuados para llevar a la empresa al siguiente nivel. Qué y Cómo delegar son elementos que un Director debe perfeccionar permanentemente para que la empresa logre cierta autonomía de funcionamiento.